sábado, 6 de noviembre de 2010

el cursillo

[He decidido no detallar lo que pasó en aquella oficina porque recordarlo me deprime demasiado]

Anduvimos durante horas por las calles de la ciudad siguiendo una ruta marcada por la burocracia, escuchando las típicas frases administrativas del estilo: “Tienes que pasar por la otra ventanilla”, “Te falta este documento” y así sucesivamente. No gozábamos  de muchas alternativas ya que tan solo quedaban 4 cursillos disponibles para ese mes. Acabamos por escoger algo llamado presentaciones gráficas con una duración de tan solo dos semanas. Para que nos entendamos, se trataba de un curso sobre power point, un programa que había estado utilizando durante mis tres añorados años de universidad. Mis falsas esperanzas me volvieron a ganar la partida. Mi amigo y yo pusimos unas expectativas demasiado elevadas en cuanto al nivel del cursillo. Bastará con decir que lo primero que nos dijeron al llegar fue: ¿sabéis encender el ordenador?  Tras aquello mis idealizaciones mentales se fragmentaron en mil pedazos.

Analicé durantes unos minutos el lugar y las personas que se encontraban a mí alrededor e inmediatamente un pequeño detalle captó mi atención. El único representante del sexo opuesto era mi compañero que, al percatarse del detalle, me dedicó una miradita de sospecha y recriminación. Era fácil adivinar lo pasaba por su mente: “Maldita sea la hora en que me dejé convencer para apuntarme a esta mierda pudiendo estar en mi casa jugando al wow”. Mientras yo seguía maldiciéndolo todo como de costumbre en los últimos meses, la respuesta cayó ante nuestras narices. Nos encontrábamos en el último módulo de un curso más extenso sobre secretariado de dirección, cuyo objetivo era plasmar en presentaciones power point lo que habían aprendido anteriormente. Habíamos sido engañados por aquellas arpías de la oficina que únicamente querían ocupar las plazas vacantes sin importarles lo más mínimo los obstáculos que podríamos tener. Las horas se volvieron insoportable mente pesadas encarcelada en aquellas paredes que debían enseñarme algo. Mis pensamientos auto destructivos me recriminaban que estaba acabada. Intenté  buscar el lado positivo a aquella situación que en cierto sentido era incluso cómica. Estaba "aprendiendo" a cambiar tamaños y colores de las letras, insertar imágenes e incluso hacer gráficos en el power point, algo que ni Bill Gates podría soñar.
A pesar de acabar el cursillo sin haber aprendido nada nuevo pude conocer a personas increíbles que conservaban el sentido del humor a pesar de estar prácticamente en la calle. 



[Toda experiencia puede ser positiva si sabes extraer aquello realmente valioso de ella]



miércoles, 20 de octubre de 2010

Odisea en la inem, parte I

Llevaba ya más de dos meses en mi desesperante vida actual donde el único sentimiento que podía experimentar era el de impotencia, justamente por el hecho de no poder cambiar ni un ápice los acontecimientos. Mi tediosa rutina se me antojaba cada vez más insoportable, con la certeza de que mi búsqueda de empleo no daría  frutos en mucho tiempo, agoté uno de mis últimos recursos: la visita a la INEM. Un pequeño apunte, no era mi intención inscribirme para conseguir mi objetivo, sino para formar parte de esa gran masa de parados y agudizar aún más la impresión de crisis (sea dicho de paso para algunos inexistente e incluso beneficiosa ). Además, pensé en la posibilidad de acceder a algún cursillo de formación que es como ese caramelito que le damos a un niño llorica  para que se calle de una vez. Fui a buscar a mi mejor amigo, el cual  representa la verdadera y típica esencia de un nini. Se había pasado un año entero sentado enfrente de su ordenador jugando al Wow y, en mi opinión, ya era hora de que espabilase. Aparcamos en un descampado próximo a la riera, a unos 15 minutos de la oficina, puesto que no me daba la gana de volver a estacionar en zona azul y desprenderme así de mis últimos y escasos recursos. Crucé los dedos para que nuestra espera no fuese demasiado larga, pero mi suerte no quería darme tregua y desgraciadamente una larga fila de personas daba la vuelta a la manzana. Estuvimos más de 45 minutos en la calle sin avanzar apenas cuando la rabia, la indignación y la ira se apoderaron de mí. La paciencia no puede incluirse en mi lista de virtudes, así que todos los pensamientos que me corroían por dentro y que yo había querido ignorar a toda costa salieron a la luz. Recordé con gran nostalgia y amargura la sensación de estrés antes de mi último examen, la ilusión al empezar las  prácticas, las horas del patio donde los niños se acercaban a mí para hablarme de sus fantasías, a mi  profesor de historia  que me enseñó que aún hay personas con ideales,el día de la fiesta de graduación, el papeleo para apuntarme a listas que tantos dolores de cabeza me había dado y...el fin de mi sueño. Esa verdad que no podía soportar retumbaba en mi cabeza gritando que probable mente nunca llegaría a ser profesora.
Mi amigo debió advertir el hilo de mis pensamientos o quizás fue mi expresión de angustia la que me delató,  el caso fue que  me convenció para saltarnos la cola y acudir directa mente al tablón de anuncios. La lista de cursos no era muy atractiva a mi parecer y para  colmo el único que me interesaba no empezaba  hasta mediados de mayo. Un amable anciano debía estar escuchando nuestra conversación ya que...
*CONTINUARÁ*

miércoles, 6 de octubre de 2010

La entrevista

...Fui acercándome con renovadas ilusiones y... las esperanzas se derrumbaron...

Me encontraba delante de una nave industrial de tamaño considerable cuando observé a un grupo de unas 20 personas tomando cafés en la puerta del almacén. La escena me llamó la atención y decidí investigar y acercarme sigilosamente. Los hombres del grupo llevaban traje con americana y corbata - Por dios que no sean comerciales- pensé en mi fuero interno, pero mis sospechas se confirmaron al oír a una señora hablando por teléfono y diciendo que estaban en el descanso del curso. Con eso ya pude atar cabos antes de siquiera pisar la recepción, mi primer impulso hubiese sido salir corriendo de allí (desafortunadamente estaba ya dentro de aquel círculo humano y no podía escabullirme sin más). Y siendo sincera, había recorrido una larga carrera de obstáculos para encontrar aquel dichoso sitio así que lo mínimo era ver que podían ofrecer. 
Entré en la recepción y le dije a una chica con cara de pocos amigos que practica mente ni me miró que venía para la entrevista. Hizo un leve gesto con la cabeza y estuve sentada allí más de 20 minutos sin la menor presencia de mi entrevistador. Al fin, un hombre de mediana edad con un traje negro, mucha gomina y una sonrisa tan falsa como sus zapatos de serpiente (que por cierto chaval hace ya un siglo que pasaron de moda), me preguntó con su también falsa amabilidad si me habían atendido. Ese individuo no me dio buena espina porque me miraba "demasiado" y me hacía sentir incómoda. Me limité a decirle que aún esperaba para el tema de la entrevista y me contestó que él se ocupaba de llamar al responsable, no sin antes dedicarme otra de sus miraditas perversas. 
En dos minutos bajó otro personaje trajeado y me hizo pasar a una sala llena de otras inocentes como yo. Nos entregó un formulario para rellenar con los típicos datos personales, académicos, etc. Maldita sea, como odio esos formularios,  ¿para qué narices nos hacen rellenar algo que ya tienen de antemano en el currículum? Supongo que les gusta que perdamos el tiempo o creerse más importantes. Cuando llegó mi turno, el señor en cuestión me explicó en que consistía el  empleo, el irrisorio sueldo que violaba los perdidos derechos del trabajador y los turnos que podía elegir. Yo hasta ese momento aún conservaba la esperanza de que no se tratase de otra estafa comercial, donde debías vender un producto innecesario a tus víctimas, tu salario se basaba en las comisiones y en efecto, si no vendías, te mandaban a la puñetera calle. Otra vez, gracias a mi "buena" suerte así fue, otro trabajo de comercial con contrato mercantil que olía a estafa. 
Llegó mi turno de hablar y sabía perfecta mente lo que tenía que hacer. Respondí a sus preguntas de la peor manera que pude, tanto en las formas como en el contenido para asegurarme que esa gentuza (con perdón) no volvería a llamarme. 
Eso sí, los entrevistadores diplomáticos y políticamente correctos se saben su teatro de memoria y el mio no fue una excepción, así que se despidió con un apretón de manos y soltando la típica frase de:
“Ya te llamaremos"
(Ahora puedo decir con toda certeza que esa frase entrara en el topten de las frases odiadas).

lunes, 20 de septiembre de 2010

camino a la entrevista

Escuché aún adormilada el sonido del teléfono que venía desde el comedor.Rápidamente encendí mi móvil para comprobar la hora, pensé que aún sería temprano porque me había puesto el despertador a las 10 en punto (pero me equivocaba). Eran exactamente las 11:15 y me esperaba un viaje de unos 30 minutos en coche para llegar al lugar indicado. Debería haber cuidado mejor mi imagen si quería causar una buena impresión, pero más importante era llegar con puntualidad, así que me enfundé mi camisa blanca para las entrevistas, cogí algo de la nevera y me dirigí a toda prisa hacia mi querido coche. Que tristeza me daba pensar en mi coche... sí, mi única posesión y por poco tiempo, ya que si no conseguía los 200 euros para el seguro en los próximos meses tendría que darlo de baja. Intenté buscar pensamientos positivos y animarme a mí misma imaginando que ese mismo día conseguiría salir de mi vida nini (que ilusa). Lo único que sabía de ese trabajo es que me había apuntado por Infojobs y que se trataba de una empresa de agua.Estaba llegando a mi destino guiada por una página impresa con las indicaciones del google maps cuando me dí cuenta que el aparcamiento sería una tarea bastante complicada. Decidí aparcar encima de una acera detrás de otros valientes e ir a pie, me habían dicho que fuese a la nave número 9 de áquel polígono industrial. Me detuve delante de la puerta buscando a mis adversarios pero no había absolutamente nadie, vaya suerte la mía encima no tendría ni competencia. Entré sin pensarlo y fui directa a la primera ventanilla que encontré, una señora me miró por encima de sus gafas con expresión de sorpresa y me preguntó que quería. Cogí el currículum de mi carpeta y le dije que venía para la entrevista de trabajo(y yo sí que me llevé una sorpresa). Resultó que la nave no era la número 9,sino la 19 y yo había hecho un poco el ridículo por culpa de otro chupatintas que no sabía hacer su trabajo. Ya eran las 12:15 pero ya que estaba allí no pensaba rendirme. Andaba un poco perdida pero al cabo de 10 minutos vagando por el polígono leí un cartel sobre algo de water, tenía que ser esa empresa. Fui acercándome con renovadas ilusiones y... las esperanzas se derrumbaron.
[Continuará...]

martes, 14 de septiembre de 2010

la búsqueda

Otra semana más... el tiempo transcurre realmente despacio cuando no existe forma de ocuparlo. Mejor dicho despacio y relativo ya que no tienes con que comparar, simplemente los minutos avanzan y los días se repiten monótona mente. En mi anterior vida este suceso no tendría la menor importancia(con todo mi cariño y respeto para el aludido), pero en mi estado actual salir a tomar un cacaolat al viena era todo un acontecimiento. Para rellenar el hueco hasta las 6:30 pm me arreglé un poco más de la cuenta y me entretuve un rato rebuscando en el armario. Me dirigí al lugar en cuestión a una velocidad moderada (normalmente llegaba tarde y tenía que adelantar a cualquier automóvil que se cruzase en mi camino), pero como habréis notado las cosas han cambiado (para peor). Durante el camino algo inesperado sucedió, mi móvil comenzó a sonar y apareció en la pantalla un número sin identificar. Frené en seco y me detuve como pude a un lado de la acera. Tenía la esperanza de que fuese algún capullo de infojobs para ofrecerme un maldito trabajo, y así fue en principio, solo que me ofreció una entrevista... ya contaré los detalles en el próximo capítulo pero sólo demostró que los poderosos nos toman por imbéciles y creen que nos conformamos con sus limosnas.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

7 de setiembre

7 de setiembre de 2010.
Para muchos la vuelta a empezar, la rutina. Saco a pasear a mi perra y observo a los niños jugando en el patio mientras sus profesoras se toman un café, probablemente ya estarán hablando de la maldita clase que les ha tocado donde cada vez hay más gamberros, encima los padres pasan de todo y como le digas una mala palabra a su querido hijo se te cae el pelo. Las miro con una cierta envidia, en realidad miro con envidia a todo el mundo porque parece que todos tienen algo que hacer.
Hasta la actualidad, para mí este día hubiese sido una mezcla de nervios, tristeza y ganas de empezar y compartir nuevas experiencias. Aunque siempre me quejaba me doy cuenta que muy en el fondo lo mío era estudiar... He intentado aprovechar al máximo el verano pero para mí este verano no tiene fin.
Voy a seguir echando CV's en infojobs.

El principio

Todo empezó aproximadamente tres años atrás, después de una selectividad a toda prisa estaba obligada a elegir que hacer con mi vida. Me presenté en varias conferencias de la UAB porque no tenía ni la más remota idea sobre qué estudiar. Por equivocación llegué a una gran sala donde un señor funcionario nos convenció para entrar en el mundo educativo. Según él, en cuanto acabásemos la carrera el trabajo estaría garantizado. Subrayemos el GARANTIZADO! A mí me gustaban los niños así que por intentarlo no perdía nada. Después de 3 años de esfuerzo, noches sin dormir, nervios, estrés, trabajos, más estrés, madrugones y desesperación... por fin me gradué. Estábamos a mediados de mayo cuando nos dieron una charla, esta vez un tanto diferente sobre nuestras salidas profesionales. Después de varias horas hablando de las oposiciones, las listas y esas historias burocráticas, nos dijo que mucha suerte porque podríamos estar en paro largo tiempo. El país está en crisis y el cuento que nos metieron hacía tres años se había ido ala mierda. Perfecto, eso son esperanzas para acabar!

[Empieza la vida de nini]